HISTORIA DE LA CONSTITUCION CHILANGA



La Constitución de la Ciudad de México

Finalmente, después de años de negociación, de iniciativas propuestas, de promesas incumplidas, el 29 de enero de 2016, se publicó en el Diario Oficial de la Federación, el Decreto por el que se declaran reformadas y derogadas diversas disposiciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de la reforma política de la Ciudad de México.

 El nombre resulta muy técnico, pero lo que quiere decir el decreto, es que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, fue reformada, para incorporar en dicho texto, los preceptos normativos constitucionales, con los cuales, se “le otorga” el “reconocimiento jurídico” a la “Ciudad de México”, como si se tratare de una nueva entidad federativa,  equiparándolo al grado de nuevo Estado de la Federación.

 Habría que estar contentos de esta conquista política, la ultima por cierto, del denominado “Pacto por México”, lo que tanto prometieron los anteriores Jefes de Gobierno, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard Casaubón; finalmente logró conseguirlo, el gobernante actual del otrora Distrito Federal, el Doctor Miguel Ángel Mancera Espinosa.



 La nueva reforma constitucional,  no viene a “crear” ninguna nueva forma jurídica que no haya tenido antes el Distrito Federal, contrario a lo que muchos suponen, la llamada reforma política constitucional de la Ciudad de México, viene a “restaurar”, el régimen político, que ya existía en el Distrito Federal desde antes de 1928.

 Sin embargo, la forma de anunciarse en la esfera publica, parecería que estuviéramos ante un hecho político trascendental en la historia del país; se habla de un nuevo “Congreso Constituyente”,  conmemorando casualmente la fecha en que la Constitución Política de la Ciudad de México, con el centenario de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,  que convocará el entonces Primer Jefe del Ejercito Constitucionalista Venusiano Carranza.

Y que mejor manera de festejar el centenario de la Constitución, que haciendo el simulacro, de una nueva Constitución, aunque esta sea de carácter local, pero obviamente no en cualquier localidad, sino en la entidad que conforma el centro de la República Mexicana.

 Aplaudamos pues este hecho histórico. La Ciudad de México, que naciera primero, antes del Estado mexicano, tendrá por fin, su propia Constitución Política.

Añoranzas revolucionarias


Los tiempos cambian y la Ciudad también.  Hace cien años, Francisco Villa y Álvaro Obregón, disputaban una serie de batallas en el bajío de la República, que definirían el triunfo o la derrota de la Revolución. Así pues, mientras constitucionalistas y convencionalistas definían la suerte de lo que llamaban revolución, la Ciudad de México, constituía la “cereza” del pastel, el centro del nuevo reparto político que deberían tener aquellos que ganaran la revolución. La guerra civil pues, se resolvió a favor de Carranza, gracias al talento militar de Álvaro Obregón y una vez, teniendo la certeza de que las tropas de Villa y de Zapata, no representaban ninguna amenaza, don Venustiano Carranza, convocaría a un Congreso Constituyente, en donde participarían, las mentes mas ilustradas de toda la República Mexicana, salvo aquellos que hubieran servido al régimen usurpador de Victoriano Huerta o hubieran prestado sus servicios intelectuales y militares, a favor de la causa de Emiliano Zapata o Francisco Villa.


 De los 218 diputados constituyentes, 61 eran abogados o tenían estudios en derecho. Es decir, el 28% de los diputados constituyentes, tenían los conocimientos técnicos en la elaboración de normas constitucionales. Aun así constituyó una “pequeña” mayoría, frente a 53 constituyentes que se les identificó como militares y el resto, de otras ocupaciones.



Así pues, la Constitución que se debatiría en Querétaro; fue por lo tanto, una Constitución excluyente, sacó de la representación y discusión del mismo, a los otros bandos revolucionarios; se conformó les guste o no a los historiadores y románticos de ese idealismo revolucionario, un “congreso carrancista”, que impondría al país, una visión reformadora del país. “Constitución y Reformas”, nada más, ese fue el lema del entonces máximo líder revolucionario Venustiano Carranza, como si los problemas que atravesaba el país, se resolviera, con leyes y mas leyes, además de contar, con una nueva Constitución.
 Aun y con todo eso, la discusión del Congreso constituyente y el producto de este, la Constitución Política, llamados por algunos románticos del discurso político jurídico, “La Primera Constitución Social”, generó toda una retorica demagógica que legitimaría a los gobiernos priístas de los siguientes setenta años.  Prueba de ello, fueron la Asamblea Constitutiva del Partido Nacional Revolucionario, fundado el 4 de marzo de 1929, instituto político que a la postre, se convertiría en el Partido de la Revolución Mexicana y luego, en el Partido Revolucionario Institucional.

Entonces, el Presidente de la República y su partido político, el PRI, legitimaría su permanencia en el cargo, en la Constitución Política de 1917; de tal manera que cada presidente, en su primer día del encargo, protestaría cumplir al pie de la letra cada precepto de la Constitución, al grado que si no lo hiciera, “La nación se lo demandaría”; y era tal su “juramento”, que para no violar la Constitución, echaría andar toda la maquinaria legislativa priísta, para poder reformar la Constitución, cuantas veces resultara necesario.   Por eso, no nos debe quedar la duda, la Constitución mexicana nunca se “violó”, simplemente, se reformó una multiplicidad de veces, para nunca jamás ser “violada”.

 Hasta antes del año 2000, el Presidente que más veces le toco “cumplir” una Constitución reformada, fue Ernesto Zedillo Ponce de León, con 77 artículos reformados, seguido de Miguel de la Madrid Hurtado con 66 artículos y Carlos Salinas de Gortari con 55 numerales modificados.


Los presidentes “panistas”, no cantaron mal las “rancheras”, ellos también sufrieron la misma enfermedad del presidencialismo priísta, pues aun pese que tuvieron un congreso opositor, eso no fue obstáculo para que tanto Vicente Fox, como a Felipe Calderón, reformaran también la Constitución, actuando como presidentes priístas; Fox lo hizó con 31 artículos y Calderón con 101 artículos.

En total, desde la promulgación de la Constitución, hasta el día de la fecha, se han publicado 227 decretos de reforma constitucional. El presidente con mayor numero de decretos publicados, que por cierto no fue priísta, fue Felipe Calderón, de extracción panista, con 33 decretos de reforma constitucional; seguido por el Presidente Enrique Peña Nieto con 21 decretos de reforma constitucional. En un tercer sitio, con un “empate”, Ernesto Zedillo y Vicente Fox, con 17 decretos cada uno de ellos.

 Así pues, la Constitución ha sido tantas veces reformada, que ya difícilmente, se parece, a la que alguna vez promulgara Carranza, hace casi cien años.

 Pero el que sin duda, fue el presidente de la república, mas reformador, fue Enrique Peña Nieto, con más de 145 artículos reformados. Y tan reformador ha sido el Presidente, que ha tenido la puntada de que sea en su sexenio, donde surja un foro de discusión política, como lo es, el tan anhelado congreso constituyente de la Ciudad de México.


HISTORIA DEL VIEJO, PERO AHORA “NUEVO” ESTADO.

La Ciudad de México antes de ser, la Ciudad de México.



La Ciudad de México, es más antigua que el Estado mexicano. ¡Vaya paradoja¡.  El Estado mexicano tiene 195 años de edad, mientras que la Ciudad de México, se fundó desde el año de 1325.  Estamos pues casi a siete siglos de existir como “Polis”, sin que haya existido en ningún momento de su historia, el momento político actual, para asimilar su identidad.

 La Ciudad de México, debía de llamarse en honor a nuestros antepasados Tenochtitlán; es más, no sería nada descabellado, sugerir que la capital de la Ciudad de México, sea el Centro Histórico y que el nombre oficial de este, sea precisamente, Tenochtitlán.



 Poco se sabe de la fundación de lo que fue el gran imperio mesoamericano. Cuenta La leyenda que los habitantes del Aztlan emigraron buscando la tierra prometida y que no fue, cuando llegaron a Texcoco, cuando a lo lejos vieron la señal que les había dado el dios Huitzilopochtli, el águila devorando la serpiente, sobre un islote. Fue entonces, el 18 de julio de 1325, cuando se fundaría la capital de los mexicas, Tenochtitlán. Los arqueólogos presumen, que 13 años después, se fundaría Tlatelolco. 

 La hermosa Ciudad, que alguna vez a punta de sangre y fuego, fuera conquistada por Hernán Cortes y 400 mercenarios en búsqueda de oro, joyas, tierras y mujeres; apoyados por 6 mil tlaxcaltecas, trasladados en 13 bergantines, se convirtió en la Ciudad que es hoy.  Nadie podría imaginar que la conquista de Tenochtitlán, implicó una batalla naval. Nadie podría tampoco imaginar, que sobre el suelo de la Ciudad de México, alguna vez floreció el Lago de Texcoco, nadie podría tampoco imaginar, que sobre los vientos de esta Ciudad, alguna  vez volaban las águilas. ¡Hoy, nada de eso existe¡.

 La Ciudad de México fue destruida y construida, por su tirano conquistador, Hernán Cortes; siete años después recibiría como nombre, proveniente de la Corona Española, la “Insigne y Real Ciudad de México”; así pues, desde 1521 año en que fue avasallada y conquistada Tenochtitlán, emergería de su suelo, lo que vendría siendo, “México”, capital del Virreinato de la Nueva España.

Lo cierto es, que la Ciudad de México tiene un capitulo histórico de muerte, destrucción, guerra, catástrofe; la conquista se consumo en 1521, pero no es cierto, que ello significara, la conquista de todo el país; existen visiones nacionalistas distorsionadas que hacen creer que con la caída y conquista de Tenochtitlan, el país entero que hoy conocemos, de Baja California a Yucatán, también cayera. ¡Falso¡. ¡Nada más falso¡. La conquista de Tenochtitlan, fue la conquista de la capital del imperio mesoamericano, concretamente de los mexicas, pero de ninguna forma, significa que cayeran también, otros nativos del país. La conquista de México, no fue la de Yucatán, la de Chiapas, Sonora, Chihuahua, etc.

Inclusive, la caída de Tenochtitlan, tampoco implicó la caída entera de la Ciudad de México. Cuenta la leyenda, que la región “Momoxca”, actualmente Milpa Alta, logró un acuerdo político con los conquistadores españoles en 1529. El acuerdo implico, que los “momoxcos”, conservara su autonomia política.

Por ende, los que fueron vencidos, conquistados y sometidos, fueron los mexicas de Tenochtitlan, no los Milpa Altenses, ni mucho menos, los indígenas de las otras regiones del país.   

Sin embargo, la Ciudad de México, se convirtió por tradición de los mexicas y por decreto de los españoles conquistadores, en el centro político de todo el país.

La instauración del nuevo régimen, de lo que vendría siendo después la Ciudad de México, tardo años. Fue en 1528 cuando se instalaron las primeras autoridades provenientes de Reino España y fue en ese entonces, que se estableció que la Ciudad de México, (antes Tenochtitlán), sería la capital política de la Nueva España.



La Ciudad de México en su etapa oscurantista



Siguieron tres siglos de oscurantismo, de desinformación, de censura; los historiadores oficiales que tantos adeptos tiene en la clase política mexicana, brincan del capitulo de la conquista a la independencia nacional, dejando a la deriva, tres siglos de gobierno virreinal, algo así como trescientos años, más de seis generaciones de mexicanos que alguna vez habitaron en dicho suelo.

¿Qué paso en tanto tiempo?.

Pues surgió el “milagro guadalupano”. A tal sólo diez años de la cruel conquista, cuenta las versiones oficiales, que en cerro del Tepeyac, aparecería la “madre de Dios”, una virgen morena de nombre Guadalupe, cuyos milagros atribuidos, no solamente logró la conquista espiritual del pueblo mexicano, sino también, la conformación de un símbolo nacional.



También cuentan, que hubo una gran inundación de la Ciudad de México. Como si fuera una plaga bíblica, el llorar del dios Tláloc, fue el 20 de septiembre de 1629, el cielo ennegreció por más de 36 horas ininterrumpidas, quedando toda la Ciudad inundada. Las autoridades eclesiásticas de la época, estimaron la muerte de por lo menos 30 mil personas. Así también, estimaron que de 30 mil familias que existían antes del “diluvio”, solo sobrevivieron 400. Aquel torrente aguacero, se le conoció como el “Diluvio de San Mateo”. Tan sólo tardaría cinco años la Ciudad, para que las autoridades, pudieran “sacar” todo el agua.



Fue en ese periodo oscuro, cuando se construiría la “Catedral Metropolitana”, la sede del poder eclesiástico en la nueva colonia española, dicha obra tardaría doscientos cuarenta años en su edificación. (de 1573 a 1813). Más de cinco generaciones de arquitectos, albañiles, carpinteros, artesanos, escultores, contribuyeron en su majestuosa construcción.
Ninguna “obra pública” en la Ciudad, ha tardado tanto en construirse, como lo fue la Catedral Metropolitana.

También fue en ese periodo de la Nueva España, que se frustró la conspiración del Virrey don José de Iturrigaray, por lograr la independencia de la Nueva España, del reino Español.
Las ideas revolucionarias de Francisco Primo de Verdad y Juan Francisco Azcarate, motivaron a las acaudaladas familias de la Ciudad de México, a deponer a su Virrey, temerosos de que este desconociera a su majestad Fernando VII, quien por cierto por esos días, había sido removido de su trono monárquico por las huestes revolucionarias francesas de Napoleón Bonaparte.   



En fin la Ciudad de México, sería testigo de todos esos acontecimientos, como cuando el 27 de septiembre de 1821, desfilaban por sus calles, el Ejercito Trigarante, al mando del general Agustín de Iturbide, quien sería proclamado Emperador de México y quien lograría, después de pactar con el Insurgente Vicente Guerrero, después de firmar el Plan de Iguala, la tan anhelada independencia nacional.



La Ciudad de México que se convirtió en el Distrito Federal.



La Ciudad de México, fue una antes de la conquista y también otra, antes de la Independencia nacional. Ya era la Ciudad de México, mucho antes de que los nuevos hombres de la patria, decidieran llamarle a este país, México.

El Distrito Federal nació de la Ciudad de México, porque así lo dispuso el Primer Congreso de la República Federal Mexicana, en el año de 1824. Este hecho, significó, no solamente quitarle al “Estado de México”, su ciudad capital, la “Ciudad de México”, sino que también, hizo de esta región, la capital del país entero recién independizado.

Desde ese entonces, han existido pasajes que no podían pasar por desapercibidos.

Estos pasajes tristes, implicaron tiempos de guerra, intervención y ocupación militar.


Entre los meses de agosto y septiembre de 1847, a consecuencia de la guerra entre México y los Estados Unidos, la Ciudad de México, volvió a ser conquistada, gracias al genio militar del general Winfield Scott y a las ineptitudes, traiciones y negligencias, de quienes fueron en aquel entonces, los responsables de defender la Ciudad, empezando por citar oficialmente, pero no al único de sus responsables, al general y entonces Presidente de México, Antonio López de Santa Anna. El caso es, que la ocupación de Scott de la Ciudad de México, se prorrogo hasta el mes de mayo de 1848, luego de que fueron ratificados los Tratados de Paz de “Guadalupe Hidalgo, a través de los cuales, México cedía más de la mitad de su territorio nacional, a los Estados Unidos de América.



Transcurrieron veinte años después, en julio de 1867, para que la Ciudad tuviera un pasaje digno de recordar. La entrada triunfal del Presidente Benito Juárez García, luego de la desgastante guerra civil de la reforma con el bando conservador ocurrida de 1856 a 1859 y posteriormente, con la invasión del Imperio Francés y con ello la imposición de un monarca soberano, el Archiduque Austriaco, Maximiano de Habsburgo, ocurrido todo eso, de 1861 a 1867. El fusilamiento del Usurpador en el Cerro de las Campanas, (en Querétaro), dio a la Ciudad de México, una expectativa de orgullo, identidad y patriotismo, bajo el liderazgo indiscutible de su gran Presidente, quien después sería distinguido, por el Congreso de la República de Colombia, como el “Benemérito de las Américas”.   

La Ciudad de México, vive sus episodios más drásticos y violentos, durante el cuartelazo militar de febrero de 1913, el cual terminó, luego de la “Decena Trágica”, con la muerte del Presidente Francisco I. Madero y el ascenso del militar golpista, “El Chacal”, Victoriano Huerta. 



Después en diciembre de 1914, se dio el “triunfo momentáneo de la Revolución”, Emiliano Zapata y Francisco Villa ocuparían no solamente la Ciudad de México, sino también la capital política de todo el país. Francisco “Pancho” Villa, terminaría sentándose en la silla presidencial, en las oficinas de Palacio Nacional, dejando escapar, la oportunidad valiosa de dejar la reconstrucción del país, al bando constitucionalista, presidido por Venustiano Carranza.

 En fin tiempos de cambio, de juventud, de violencia y catarsis. La expropiación petrolera en 1938 y luego el movimiento estudiantil de 1968 y la gesta deportiva cultural, que representaron los XIX Juegos Olímpicos de la era moderna. Un mundo moderno, que daba notar los nuevos problemas del siglo XX.



Tiempos de angustia, de llanto, de corrupción y negligencia; los sismos ocurridos los días 19 y 20 de septiembre de 1985; cuyos daños fueron ocasionados por la deficiente actuación de la autoridad, que provocó la muerte de por lo menos 30 mil “defeños”.

En fin, podría escribirse tanto de la Ciudad de México, que ahora con mucho orgullo, hasta Congreso Constituyente tendrá.

Esta región transparente, tardó siete siglos, para tener ahora su “propia” ley.
 

Algunas consideraciones político jurídicas de nuestra frustrada Federación.



Una Constitución Política, como el de la Ciudad de México, es algo novedoso, no solamente para la historia de la Ciudad, sino también, para los teóricos del derecho constitucional.

Los teóricos constitucionalistas, refieren que la Constitución, es el producto que logra crear un “Congreso Constituyente” y que dicho órgano, tiene la característica, de ser, un ente soberano, es decir, un ente, cuyo poder y supremacía, no tiene límite alguno.

La próxima  Constitución de la Ciudad de México, tiene la desventaja, de que no será tan “soberana” como algunos quisieran suponer. No será tan soberana, porque una constitución local, no puede colocarse por encima de una Constitución y porque algunos distinguidos juristas constitucionalistas, se han atrevido a bajarle el membrete de “Constitución Local”, a una simple “Ley Reglamentaria”.

Crear una nueva entidad federativa, como lo es la Ciudad de México, debería ponernos a debatir, o mejor dicho, revivir debates, si realmente, somos un país federal. Un país, compuesto por entidades federativas, donde cada entidad, sienta orgullo de su arraigo local y de su pertenencia a una gran nación. Pero parece que nadie piensa en eso. El tema de la discusión, es proponer, "nuevos derechos humanos", o "defender derechos sociales", que ya existen tanto en la Constitución, como en las leyes del Distrito Federal. 

El tema de la Constitución, no debería ser inminentemente local. Debería discutirse, el modelo federal del país. Analizar a países como Suiza, Estados Unidos y Alemania, que son ejemplo de naciones federales; Venezuela, Argentina, Brasil y México, también lo son desde la región latinoamericana; pero en el caso mexicano, durante el siglo XIX, se discutió si en México, era o no era, una nación federal; si nuestro modelo de gobierno era la de una republica centralista y si éramos realmente federalistas, nada más por demás imitación de los Estados Unidos de América.

Muchos políticos del siglo XIX debatieron este tema y la tendencia que ganó, fue la implementación de una República Federal. República que por el estilo de gobernar de nuestros presidentes, fue políticamente centralista, aunque jurídicamente federalista. Una verdadera inconsistencia que nos hace desde ese entonces, simular que no somos. Políticamente centralistas, jurídicamente federalistas.

México, es una República Federal, porque así lo estableció en 1824; Chiapas fue una nación centroamericana que decidió anexarse a nuestra “federación”, aunque también es cierto, que Texas y Guatemala decidieron separarse de ella.

En 1833,  Guerrero se separó de Oaxaca y formó su propio Estado, en honor al insurgente Vicente Guerrero; en Aguascalientes ocurrió lo mismo en 1835, la esposa de Don Pedro García Rojas, le fue arrebatado un beso por el general Antonio López de Santa Anna quien en atención, galanteo y cortesía a dicha dama, decidió reconocer la independencia de dicho Estado.

Colima y Tlaxcala fueron Estados reconocidos por la Constitución de 1857, tal como ocurrió en Nayarit con la Constitución de 1917. Ya en el siglo XX, el territorio de Baja California Norte se le reconoció la calidad de Estado y en 1974, ocurrió lo mismo, con los territorios de Baja California Sur y Quintana Roo, quienes también fueron reconocidos como estados miembros de la Federación, gracias a la iniciativa de reforma constitucional que presentara el entonces presidente Luis Echeverría Álvarez.



Luego entonces, con el reconocimiento de la llamada "Estado de la Ciudad de México", nace una nueva entidad federativa, en una república federal, que no tiene la tradición de ser federalista.

Y lo que es peor, nace una nueva entidad federativa, por la concesión política de la clase gobernante; como ocurrió con el beso dado a Santa Anna en 1835 o porque así lo dispuso la asamblea soberana de 1856 y la de 1916, o porque el Presidente Echeverria así lo determinará, o por que el Pacto por México, así lo acordara, este último gracias a los consensos de los representantes de las tres fuerzas politícas del 2012, PRI, PAN y PRD.



¿Será a caso que los “defeños”, lucharon intensamente por ganar su estatus de “entidad federativa”, en una República federal como México?. 

Lo cierto es que de la experiencia historica, nuestro federalismo es un invento de los politicos de la Ciudad de México. El pais, fue y nació siendo centralista, desde la fundación de Tenochtitlan y luego, con la conquista española. 

Los Estados de la Federación que se sintieron regionales e independientes, esos de plano, terminaron separándose de México, como ocurrió en el caso de Texas o el de Guatemala. Fuera de esos casos, el Estado Mexicano, le vale un comino el federalismo, si existe este como tal, lo es, no basado en una razón jurídica y de aspiración política de forma de gobierno, sino lo fue, como una manera de "reconocer" los feudos y cacicazgos, que al día de la fecha, imperan en un país de extensiones enormes, como lo es la República Mexicana.  

El Distrito Federal nació como Estado, no porque así lo hayan querido sus habitantes, sino porque así lo acordó, la clase política gobernante. 


De como el Distrito Federal, quiso convertirse en una Entidad Federativa 



Los constituyentes de 1857, decidieron que la Ciudad de México, fuera la capital de la República Federal Mexicana.  Dispusieron que en caso de que los poderes federales (Legislativo, Ejecutivo y Judicial), cambiaran de residencia, hasta ese entonces, podría adoptar el régimen de Estado y llamarse, “Estado Valle de México”.

Pero ese supuesto, nunca ocurrió. Ni aun en los años turbulentos de la revolución, cuya sede de los poderes federales, pudo haber sido Querétaro o Veracruz.

El artículo 73 fracción VI de esa Constitución Política de 1917, estableció las bases  de organización política del Distrito Federal.

El Distrito Federal sería la capital de la República Mexicana, correspondiéndole al Congreso de la Unión, legislar sobre los asuntos locales de esta y al Presidente constitucional, designar tanto al Gobernador del Distrito Federal, como a los jueces, magistrados y Ministerio Público.

El Distrito Federal se dividiría geográficamente en municipalidades, cada una de ellas, con la capacidad para subsistir y contribuirán los gastos comunes. Estas municipalidades serían designados por el voto popular, a diferencia de la  máxima autoridad local del Distrito Federal, el Gobernador del Distrito Federal, quien sería designado y removido libremente, por el Presidente de la República.



La división territorial del Distrito Federal se conformó casi de la misma manera que ya Porfirio Díaz había establecido desde 1903. Un territorio de siete distritos y veintiún municipalidades.  La “capital” llamada Municipalidad de México, después seguiría el Distrito II de Azcapotzalco, con las municipalidades de Azcapotzalco y Tacaba; el Distrito III de Coyoacán, con las municipalidades de Coyoacán y San Angel; el Distrito IV de Guadalupe Hidalgo, con municipalidades en Guadalupe Hidalgo e iztacalco; el Distrito V de Tacubaya con las municipalidades de Tacubaya, Mixcoac, Cuajimalpa y Santa Fe; el Distrito VI de Tlalpan con las municipalidades de Tlalpan e iztapalapa y el Distrito VII de  Xochimilco, donde existían las municipalidades de Xochimilco, Milpa Alta, Tlatenco, Astahuacán, Tulyehualco, Ostotepec, Mixquic, Atocpan y Tlahuác.

Porfirio Díaz ya desde 1903, en su calidad de Presidente de la República, había establecido las directrices del gobierno político del Distrito Federal.  Las municipalidades antes enunciadas, solo tendrían facultades consultivas y de veto, mientras que las autoridades del Distrito Federal, sería el Inspector General de Policía, el Director General de Obras, el Gobernador del Distrito Federal y el Ejecutivo Federal, máxima autoridad de todas las mencionadas.

 Esta organización política y administrativa, cambio con la reforma constitucional del 20 de agosto de 1928, impulsada precisamente, por quien sería el entonces presidente electo y gran caudillo de la Revolución, el general Alvaro Obregón y quien días antes, había sido asesinado.

Como si se tratara de una disposición testamentaria, la reforma constitucional de 1928, dispuso que el Presidente de la República, organizara política y administrativamente el Distrito Federal. Así pues, se acabaron las “municipalidades del Distrito Federal” y correspondería al Presidente, convertirse en la máxima autoridad de dicho territorio.

“La primera Constitución de la Ciudad de México”, del siglo XX, fue la llamada Ley Orgánica del Distrito y Territorios Federales, publicada en el Diario Oficial de la Federación, en diversas partes, los días 31 de diciembre de 1928, 2, 3, 4, 5 y 6 de enero de 1929. 

Dicha ley, estableció que los límites territoriales del Distrito Federal, serían los fijados por los decretos del 15 y 17 de diciembre de 1898; además, el Distrito Federal se conformaría por un Departamento Central y 13 delegaciones.  El departamento central se conformaría por lo que alguna vez fueron las municipalidades de México, Tacaba, Tacubaya y Mixcoac; las trece delegaciones serían: Azcapotzalco, Guadalupe Hidalgo, Ixtacalco, General Anaya, Coyoacán, San Angel, la Magdalena Contreras, Cuajimalpa, Tlalpan, ixtapalapa, Xochimilco, Milpa Alta y Tlahuác.   



La organización administrativa del Distrito Federal, se conformaba por un Jefe de Departamento, apoyado por Delegados y Subdelegados, así como también, por un Director General de Rentas, un Oficial Mayor y un Jefe de la Policía.

La representación política quedaba en manos de los denominados “Consejos Consultivos”, los cuales se instalarían, uno por el Departamento Central y otros más, por cada Delegación. Este órgano representativo se designaría conforme a las disposiciones que se dictara en el Reglamento, los cuales debían de conformarse, por un representante de  las Cámaras de Comercio, Asociaciones de Comerciantes en Pequeño, Cámaras Industriales, Asociaciones de Industriales, Asociaciones de Inquilinos, Agrupaciones de Campesinos, empleados públicos y particulares, así como asociaciones de trabajadores  no enumerados.

Luego vendría la “segunda constitución del DF”. Esta dividió al Distrito Federal en Ciudad de México y en sus delegaciones. Siendo estas últimas Azcapotzalco, Ixtacalco, Coyoacán, Magdalena Contreras, Cuajimalpa, Tlalpan, Ixtapalapa, Xochimilco, Milpa Alta y Tlahuac. Con aires de nostalgia revolucionaria, la “Villa de Guadalupe Hidalgo” cambió su nombre a Gustavo A. Madero y la de “San Angel”, a Alvaro Obregón.  La Ciudad de México, se le designó, capital del Distrito Federal.

La "tercera Constitución del DF", sería hasta el 29 de diciembre de 1970, cuando se publicaría en el Diario Oficial de la Federación, la Ley Orgánica del Departamento del Distrito Federal, con el cual, se dividiría el Distrito Federal en 16 delegaciones, que son: Gustavo A. Madero, Azcapotzalco, Ixtacalco, Coyoacán, Álvaro Obregón, Magdalena Contreras, Cuajimalpa de Morelos, Tlalpan, Ixtapalapa, Xochimilco, Milpa Alta, Tlahuac, Miguel Hidalgo, Benito Juárez, Cuauhtémoc y Venustiano Carranza.

Después llegó, la "cuarta Constitución local", sería la del 26 de agosto de 1985, cuando se emitió la Ley Orgánica del Departamento del Distrito Federal, conservándose la misma división política de las 16 delegaciones.

vendrían cambios constitucionales importantes. El 10 de agosto de 1987, salió publicada en el Diario Oficial de la Federación, la reforma a la fracción VI del artículo 73 constitucional, mediante el cual se redefinieron las facultades legislativas del Congreso de la Unión en relación con el Distrito Federal.

En la reforma constitucional de 1993, se crea el artículo 122 constitucional. Se crea la figura de los Consejos Ciudadanos, órganos colegiados que podían gestionar, supervisar, evaluar y en su caso, consultar o aprobar, los programas de la administración pública del Distrito Federal. Esta figura de los consejos ciudadanos, desapareció a la siguiente reforma política.

La penúltima reforma política de la Ciudad de México, fue la de 1996, en ella se estableció la elección popular del Jefe de Gobierno y de los jefes delegacionales; el Distrito Federal, ya no sería un Departamento Administrativo perteneciente a la administración pública federal, ahora sería, casi una entidad federativa, con las estructuras políticas y normativas, muy parecidas a las de cualquier entidad federativa.

Fue así como el 6 de julio de 1997, luego de 68 años en el poder, el PRI perdiera el Distrito Federal, iniciando el ascenso político y los respectivos gobiernos y administraciones del PRD.

Entonces, el Distrito Federal, se regiría con una Ley especial, emitida por el Congreso de la Unión, denominada "Estatuto de Gobierno del Distrito Federal", que para efectos normativos analógicos, sería lo más próximo, a una "Constitución local".  



El Poder Legislativo del Distrito Federal se constituiría en una Asamblea Legislativa, que únicamente podría legislar, en aquellas materias que estableciera el artículo 122 constitucional;  por otra parte, el Presidente establecía los montos del endeudamiento y tenía este, el control tanto de la Procuraduría General de Justicia, como de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal; las delegaciones políticas parecerían municipales, pero no lo eran; en fin, un nuevo régimen jurídico y político que inauguraría, el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas.

Pasariamos los habitantes del Distrito Federal, del "Priato", al "Perredato". Del autoritarismo, a la democracia autoritaria; el PRD no fue más que  la promesa inconclusa, de un régimen corrupto, que cedió al poder a una promesa que termino siendo, mucho más corrupta.

El Congreso Constituyente de la Ciudad de México, debería invitarnos, no solamente a pensar en el futuro de la Ciudad; sino también, debería de servirnos, para juzgar, el desempeño de los casi veinte años, de gobiernos perredistas.   



Antes de la CdMx, como nacieron en el Siglo XX, las nuevas entidades federativas.

La Federación Mexicana durante el siglo XX, vio nacer tres nuevas entidades federativas: Las dos Baja Californias, Norte y Sur, así como Quintana Roo.



El 16 de enero de 1952, se publicó el decreto de reforma constitucional por el cual se creó el Estado de Baja California, el 31 de diciembre de 1952, se convocó a la legislatura constituyente el 31 de diciembre de 1952, llevándose a cabo las elecciones el 29 de marzo, con la intervención de los partidos PRI y PAN, la FPP (Federación de Partidos del Pueblo) y la UNS (Unión Nacional Sinarquista). Siendo una elección de siete distritos electorales de mayoría relativa, ganando en todas ellas, el PRI.

 Veintidós años después, por iniciativa del Presidente Luis Echeverría Álvarez, nacerían las últimas entidades federativas: Baja California Sur y Quintana Roo.  El decreto de reforma constitucional publicado el 8 de octubre de 1974, modifico en su artículo 43 y numerales  transitorios, estableciendo que el Senado designaría mediante terna presentada por el Presidente de la Republica, quien sería el Gobernador Provisional de los nuevos estados; facultando a éstos, para celebrar elecciones a diputados para integrar las legislaturas constituyentes, el día 10 de noviembre de 1974.

No ocurrió así con la recién renombrada "Ciudad de México"; no habrá terna, ni nuevo Jefe de Gobierno; no hay cambio de autoridades, seguirá siendo las mismas, hasta el 2018.

El proceso electoral en esas “nuevas entidades” que fueron Baja California Sur y Quintana Roo, se regiría conforme a la Ley Federal Electoral entonces vigente, la cual había sido publicada el 5 de enero de 1973. No fue como será en la Constitución de la Ciudad de México, cuyas reglas electorales, serán emitidas, mediante Lineamientos y acuerdos, que emita el Instituto Nacional Electoral. 

La organización del proceso electoral quedo a cargo en aquel 1974, por la Comisión Estatal Electoral, órgano colegiado presidido por el Secretario de Gobierno, un Secretario y un vocal, así como un comisionado por cada partido político nacional. La Constitución de la Ciudad de México, será producto de un constituyente, en el cual, el proceso electoral, quedará a cargo, del Instituto Nacional Electoral.

El artículo décimo transitorio del decreto que dió origen a los Estados de Baja Californai Sur y Quintana Roo, estableció que “Podrán registrar formulas de candidatos para participar en las elecciones de legislaturas constituyentes, los partidos políticos nacionales”. En el caso de la conformación del Estado de Baja California en 1952, pudieron participar, los partidos políticos locales.

En la conformación del Congreso Constituyente local, quedó excluido, los partidos políticos locales, vaya paradoja, el único partido político local de la Ciudad de México, que obtuvo mayores votos que otros dos partidos políticos nacionales, (el Partido Humanista), no podrá participar en la elaboración de la Constitución. No lo podrá hacer, porque los diputados y senadores que hicieron la reforma, se les "olvidó", o simplemente "ignoraban", que existía un partido político local en el Distrito Federal. 

Cada Legislatura Constituyente, se integraría con siete Diputados Propietarios y sus respectivos suplentes. Nada que ver, con los cien diputados constituyentes que tendrá próximamente el Congreso Constituyente de la Ciudad de México. 

Queda claro, que la Constitución de la Ciudad de México, no es más que un experimento, de lo que podría pasar en el país entero, si tuvieramos un nuevo constituyente, que decidiera, abrogar la Constitución Federal de 1917. 

Queda claro también, que la Constitución de la Ciudad de México, al igual que la Constitución Federal de 1917 que convocara hace cien años Venustiano Carranza, es y será una constitución excluyente, que niega el derecho a participar en ella, a los partidos politicos locales, como lo es el Partido Humanista y también a varios candidatos independientes, a quienes se les impuso requisitos absurdos como recolectar 73 mil firmas; ¡vaya paradoja¡, les pidieron mas firmas, que el numero de votos que pudo haber obtenido, cualquiera de los 40 diputados locales que actualmente nos representan en la Asamblea Legislativa, o cualquiera de los 16 Jefes Delegacionales, que actualmente, administran, dichos órganos desconcentrados. 

Queda claro, que nadie en la Ciudad de México, les interesa este proceso político que actualmente se vive en la capital del país. Los habitantes del Distrito Federal están mas molestos por las fotomultas, el Hoy No Circula o el ineficiente transporte público que tiene, que ponerse a pensar, que "nuevos derechos", van a quedar plasmados en la nueva Constitución. 

Es evidente, que lo que pudo haber sido el mejor trofeo de Miguel Angel Mancera, termino siendo algo intrascendente, despreciativo, sin intéres alguno.  

Mas de 540 candidatos partidistas y 8 mas sin partido, buscaran  cubrir 60 curules, con una votación seguramente del 70% de abstencionismo. 

El gran reto que se viene, consistirá no en derrotar al PRI sobrerepresentado, o al PRD en ruinas, o un PAN en peligró de extinción; tampoco lo es que MORENA, ocupe el mayor numero de cúrules, con diputados cuyos méritos son, ser actores de televisión o leales a la organización sectaria de Andres Manuel López Obrador. 

El gran reto de quienes aspiren a crear una nueva Constitución, es tratar de elaborar una norma inteligente, del cual, la comunidad jurídica se sienta orgullosa, pero que también los habitantes del Distrito Federal, se sientan también protegidos, contentos, con derechos no solamente garantizados, sino con gobiernos que realmente, sean responsables, eficientes y honestos. 

Pero lo mas importante también sobre el acto que se avecina, es el referendum a los 20 años de gobierno "PRDista". Recuperar el espiritu solidario, combativo y social, que alguna vez significaron 1968, 1985 y 1988. 

¡Ganarle a la simulación¡. ¡Ganarle al PRI¡, no al partido político que compite con su emblema tricolor, sino ganarle a las malas mañas, a las promesas, a las dádivas, mentiras y corruptelas, de muchos políticos que aprendieron lo peor de dicho Instituto político y que ahora compiten, con mascaras de otros colores. 

Que pretenderán a través de promesas demágogicas, de despensas y tarjetitas, comprar una vez más, a una inmensa población, cuya actitud diaria es y seguirá siendo siempre. 

¡Despreciar a los políticos¡




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