LA DEMOCRACIA DEFRAUDADA (Segunda parte)


La popularidad se venía abajo y la soberbia del candidato fue la principal arma de sus adversarios. La “Izquierda” de Andrés Manuel, era la “izquierda conservadora”, la que no apoyo las sociedades de convivencia, los derechos lésbico, geys, de transvestis y transexuales; la que no promovió el aborto, ni quiso reconocer los derechos de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo, la izquierda obsoleta que desconocía las causas ecológicas o indigenistas, o la que estaba a favor de la legalización de la mariguana; en oposición a esta “izquierda conservadora”, obsoleta o dogmatica, que vive más del pasado, que de construir el futuro, existía la “izquierda liberal” de Patricia Mercado, representada por la candidata del Partido Alternativa Social Campesina, quien bien le podía representar a la Coalición por el Bien de Todos, quizás uno o dos puntos porcentuales; pero nunca hubo alianza entre ambos proyectos, ni Andrés Manuel, ni Patricia Mercado llegaron algún acuerdo. La “Izquierda conservadora” de Andrés Manuel, era la izquierda que el mismo mitificaba en su Proyecto Alternativo de Nación, ignorando inclusive la propuesta de su mentor Cuauhtémoc Cárdenas, “Un México para Todos”, quien ni siquiera buscó para pedirle que lo apoyara en su campaña. El “voto duro” de Cuauhtémoc, quizás le hubiera representado otros dos o tres puntos porcentuales. ¡Pero no fue así¡. El candidato presidencial de la izquierda (conservadora), estaba seguro que ganaría sin otorgar entrevistas a los medios escritos, sin spots en televisión, sin el apoyo de Cuauhtémoc Cárdenas y de los izquierdistas liberales; él pensaba que ganaría por el simple hecho, de que el pueblo, podía salvar al pueblo. El mismo pueblo con el que abarrotaba la plaza de la capital del país, con el que había marchado de Tabasco a la Ciudad de México, el que lo había acompañado en la toma de los pozos petroleros, el mismo, que se había manifestado en multitudes para defenderlo del desafuero. Un pueblo, que no le representaba, ni los dos puntos de Cuauhtémoc Cárdenas, ni los otros, dos puntos de Patricia Mercado, en síntesis, cuatro puntos que se dejaron ir. Sin contar tampoco, el apoyo que le hubiera representado el Subcomandante Marcos y el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional.

Poco valían los consejos de sus asesores, Manuel Camacho Solís, Ricardo Monreal, Socorro Díaz, Porfirio Muñoz Ledo, hombres inteligentes, aun pese que algunos de ellos tenían la enfermedad de haber sido priístas, enfermedad que se quitaba con el tiempo y con el olvido del pueblo; poco valía la experiencia y los conocimientos teóricos de algunas mentes brillantes, entrenadas en el arte de la persuasión electoral, expertos también en ganar elecciones a la “mala”. Pocos sabían, que desde la intimidad de su  vehículo Tsuru color blanco, el candidato viajaba siempre con quien era realmente su verdadero asesor, nada más y nada menos que su chofer Nicolás Mollinedo, alias “Nico”. Poco valían la psicología social, la economía política, el marketin político o el derecho electoral, nada mejor que el halago o el apapacho de un chofer hacía su patrón, la persona idónea que sabe decir lo que el candidato quiere escuchar, excusas y adulaciones con las cuales cualquier conciencia razonable, pueda perder el piso y la mortalidad.
Al diablo los estudios de opinión e imalogia, al diablo el marketing político y las encuestas que ya daban por hecho un empate, al diablo también los asesores electorales; la soberbia del candidato no aceptaba consejos, pues finalmente quien se atrevería a objetar al ex presidente del PRD, el mismo que lo había convertido años antes en la segunda fuerza política nacional, el que había sobrevivido a los escándalos de Bejarano-Ahumada, al Paraje San Juan, del ridículo “desafuero”.

A la campaña de medios, el Presidente de la República Vicente Fox, también se sumaba a la campaña electoral, sólo que éste con más de tres veces del presupuesto total que tenía la Coalición por el Bien de Todos; dinero y más dinero que utilizó el Presidente para promocionar su política y en cierta forma, ofertar la continuidad de su proyecto. Vicente Fox, el presidente “eterno candidato” emprendió paralelamente varias giras a diversos estados, como si éste también fuera candidato, decía palabras y frases como: “Preservar el esfuerzo”, “Seguir avanzando”, “Cambiemos de jinete, pero no de caballo”, inclusive su frase con el que también saturó los anuncios comerciales en radio y televisión: “Si seguimos por este camino, México será mejor que ayer”; el propio presidente que en sus mítines y constantes entrevistas, también utilizaría frases peyorativas con dedicatoria, “falsas ilusiones”, “promesas fáciles” “demagogia”, “populismo”, “clientelismo”, “paternalismo”. Los recursos públicos, sobre todo los programas sociales, también fueron utilizados en forma generosa. Las viejas prácticas clientelares de compra de votos, basada en la pobreza y en la ignorancia de la gente, fueron aprovechados al máximo. El candidato Andrés Manuel perdió ventaja, su adversario, con el apoyo del Presidente Fox, lograría alcanzarlo.
Errores tras errores. Las estructuras del PRD fueron desplazadas por las “redes ciudadanas”. Los estrategas electorales encargados de cubrir con representantes de partido en las más de 130 mil casillas, fueron Alberto Pérez Mendoza y Francisco Yee, quienes se impusieron frente a ingenieros electorales experimentados en esos menesteres. ¡pobres perredistas lastimados en su ego¡. Tabasco no era todo México. La promoción del voto no fue debidamente programada, la capacitación electoral tampoco fue planeada, los recursos para pagar a capacitadores y representantes nunca llegaban; el caos reino en el equipo de campaña, el Gobierno del Distrito Federal lanzaría también su publicidad gubernamental e inclusive apoyaría también con servidores públicos, pero era demasiado tarde. Sólo restaba un debate y un cierre espectacular. ¡Un empate¡.

El segundo debate fue aprovechado por López Obrador. No se mostro enojado, ni tampoco intolerante, “La alegría está por venir”, una caricatura del “Peje” empezó a circular por todos lados mostrando a un candidato ganador. “Ya ganamos”. El debate lo perdió Felipe Calderón que por mas poses y frases que le enseñaban sus asesores Sola y Morris, no logro convencer respecto a las acusaciones de su cuñado “incomodo” Hildebrando. El candidato Andrés Manuel se vio sencillo, seguro, contento, tranquilo; después, daría un mensaje a la nación, en horario estelar, en materia económica, automáticamente, volvería encabezar las encuestas con 2 o 3 puntos de ventaja. Andrés Manuel sería el presidente.
  ¿Y el PRI?. Solo un recuerdo de un dinosaurio dormido y casi aniquilado. La profesora Elba Esther Gordillo, líder del sindicato magisterial, se dedico a demeritar al candidato Roberto Madrazo Pintado, quitándolo de la jugada. No solamente eso, también logró el convencimiento para que varios gobernadores priístas se inclinaran a favor del candidato panista y peor aún, utilizó los amplios recursos económicos que contaba, provenientes de su partido político Nueva Alianza, así como de las cuotas sindicales de sus agremiados, para armar la estrategia electoral con el que le robarían la victoria al candidato de la izquierda.
En síntesis, Andrés Manuel López Obrador, contra Felipe Calderón Hinojosa, el Presidente Vicente Fox, las cúpulas empresariales, Elba Esther Gordillo y algo peor, la imagen negativa fabricada en contra de Andrés Manuel López Obrador. En síntesis el voto antipeje, tenía que ganarle, al voto propeje. El ganador, fuera quien fuera, sería Andrés Manuel López Obrador.

El día de las elecciones, fue el día en que se defraudo a la democracia. No es que se haya corrompido la autoridad electoral o se hubieran suscitado escenas violentas como las que alguna vez se vivieron en las épocas del “viejo priato”; simplemente, se utilizo la vieja maquinaria priísta, para traicionar a su propio partido, y hacer posible, el peor escenario que no merecía nuestra naciente democracia electoral.  La duda, la incertidumbre, la desconfianza, la sospecha del fraude.
Los representantes de las “redes ciudadanas” dejaron descubiertas las casillas, hubo representantes del PRD que fueron cooptados o incentivados para que no fueran a cuidar las casillas, otros más, fueron olvidados por sus representantes generales, en otras regiones del país, ni siquiera llegaron los recursos; un fracaso total; un resultado que a toda costa debía de imponerse. Felipe Calderón debía de ser el presidente de la Republica.
El Instituto Federal Electoral, el órgano autónomo de la naciente democracia mexicana, se sumó también a esa incertidumbre que generara la sospecha del fraude electoral.
La noche de la elección no se dio a conocer el nombre del candidato ganador, como seis años antes, se había hecho. ¡La televisión calló¡. Entonces la sospecha aumentó. El sistema se había vuelto a caer. Andrés Manuel anunciaba su victoria con medio punto porcentual y 500 mil votos de ventaja. Lo mismo hizo Felipe Calderón, sin decir con que porcentaje. Los ciudadanos en cambio, durmieron aquella vez confundidos.  No había ganador, el único perdedor seguro y lo era para siempre, era ese vejestorio que quedaría enterrado para siempre. El PRI.
¡Fraude¡….¡Fraude¡ ….anunció el candidato Andrés Manuel al día siguiente, cuando el computo del PREP lo daba por derrotado por un punto porcentual. Inmediatamente salieron todos sus asesores a defenderlo y Andrés Manuel, tuvo que aceptar que si requería de los medios de comunicación para dar a conocer su tesis del fraude electoral cometido en su contra. Los medios, sólo lo ridiculizaron. ¡Felipe Calderón había ganado¡.
El PRD planeó la estrategia para la impugnación del resultado electoral. Peor noticia tuvieron cuando no pudo recabar el 100% de las actas de todas las casillas instaladas, esos eran los costos de no haber planeado correctamente la representación electoral. Costo jurídico que le significaba no tener pruebas para demostrar el fraude. Su única arma, sería la movilización de su gente y tomar las instalaciones de los 300 distritos electorales, en aquellos distritos donde la ventaja del candidato panista era superior.
A partir de las 8:00 horas del miércoles 5 de julio el IFE inició el cómputo oficial, En cada Consejo Distrital se hizo todo lo posible para retrasar el escrutinio de los sufragios. Al principio del conteo, Andrés Manuel tenía una ventaja de 2.81 puntos que poco a poco se fue reduciendo, en la misma medida en que los distritos electorales terminaban de computar los votos. A las 3:35 horas de aquella madrugada del 6 de julio, Felipe Calderón alcanzaba Andrés Manuel López Obrador. Finalmente, todo ocurrió en lo oscurito, en plena madrugada, el candidato de la “derecha” alcanzo Andrés Manuel y le gano. Entonces el presidente del IFE Carlos Ugalde, en mensaje a la nación así lo reconoció. 35.89% de los votos para Felipe Calderón, 35.31%.para Andrés Manuel López Obrador.  México había experimentado, la elección presidencial más cerrada en toda su historia y lo peor de nuestra naciente democracia, estaría por llegar.



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