EL SECRETO DE LA EMPATIA


¿Qué alguien me explique, porque la gente hace pendejadas?...¿Porque hay gente hipócrita, perversa, egoísta, tonta, cruel, inepta, estúpida?.. ¿Por qué la gente sigue matando, robando, prostituyéndose, mintiéndose, estafándose, ofendiéndose el uno al otro?; …¿Por qué diablos, las naciones, las empresas, las industrias, los partidos políticos?, se empeñan también, en seguir haciendo también tonterías tras tonterías, como lo han sido las guerras, la contaminación ambiental, la carrera armamentista, el genocidio y otra cadenas más de estupideces; ¿Y parece que todo por una sencilla razón?. .. ¡Porque todo tiene una razón de ser¡.  A veces las razones, pueden parecernos ilógicas, irracionales, absurdas, fantasiosas, no creíbles; pero finalmente, detrás de una razón, existe un secreto …. Y detrás de un secreto, se esconde una verdad.
Veamos entonces cual es ese secreto y esa verdad que se esconde … Si viéramos cual es el “verdadero” “secreto”, entonces, dejaría de ser secreto; y si llegáramos a la verdad, estaríamos mintiendo. Pero si nosotros fuéramos capaces, de formularnos esas preguntas y otras aun más complejas, llegaríamos a encontrar la respuesta, que nos cambiaria la vida.
La verdad, es una aspiración más del ser humano, una meta, un objetivo inalcanzable, como tratar de alcanzar la línea del horizonte, el finito de la numeración o del universo, la sustancia de la vida, lo que sucede después de la muerte, lo que hasta el día de hoy, seguimos sin saber, ni podernos explicar. Por lo tanto, no nos hagamos ilusiones, que no revelare en estas líneas ningún secreto, ni tampoco en estos párrafos, se esconde la verdad. Quizás entonces, la única verdad que haya en este blog, es que existe secreto y también verdad….¡Nada más¡.
Como descubrir la “verdad”, que no dijo alguna vez Jesuscrito, “La Verdad, os hara libres”; ¿Qué quiso decir?. Hallar la verdad, es encontrar la libertad, ¿la libertad de que o de quienes?.. ¡No lo sé¡. Serian muchas respuestas, a esa cuestionamiento, si en verdad existe la “verdad”, dogmáticamente diría que si, ¿pero qué tipo de verdad?, ¿La de todos o nada más la mía?; o bien, escépticamente pondría poner en duda la existencia de esa “verdad” ya sea objetiva o subjetiva; o bien si pensara pragmáticamente, no importaría la respuesta, mientras ésta me sea útil.
La “verdad” es un secreto y a veces, ésta suele esta confundirse con la “realidad”. Pero lo “real”, no es tan “real” como parece, es más, nuestra “realidad”, no es lo mismo que nuestra “Verdad” y viceversa, la “verdad” nuestra, no es la “realidad”. El mundo exterior es un universo complejo, que suele ser captado fenomenológicamente, por nuestros sentidos limitados.
A veces muchos de nosotros confundimos la realidad y hasta nos anticipamos a juzgarla, calificarla, reprocharla; es entonces cuando nos atrevemos a formular juicios de valor, sin saber que detrás de esa “realidad”, se encierra siempre un “secreto”, una verdad, que pocos, logran descubrirla.

Por ejemplo, alguna vez leí un cuento, que palabras más o palabras menos decía esto. Tres ciegos trataron de describir un elefante; el primero de ellos, lo describió como el tronco de un árbol, el segundo como una especie de manguera, el tercero de ellos, como una especie de hoja flexible; ¿Acaso los tres ciegos, habían dicho la verdad? . El primero de ellos, toco la pierna del elefante, el segundo de ellos, su trompa y el tercero su oreja; los tres estaban en lo cierto, pero ninguno había visto el elefante en plenitud. Cuando los ciegos describieron las características del elefante, no falto uno de ellos que objeto a su compañero, para calificarlo inclusive de mentiroso.
Entonces los sentidos nos engañan, la percepción parece real, pero no es verdadera; siempre hay un secreto que nadie ve; los tres ciegos podrán opinar sobre las características del elefante, grueso, flexible, delgado, pero ninguno pudo encontrar la verdad de cómo es el elefante.  Esto se llama fenomenología, captar la realidad, con nuestros sentidos limitados.
A veces en nuestra vida diaria, llegamos a externar opiniones, sin tener la vista del conocimiento, menos aun de la sabiduría; es muy fácil ser criticón y parcial; y no asumir una postura crítica e imparcial; la falta de visión nos hace emitir juicios anticipados y erróneos, sin saber siquiera, el porqué de las cosas, las verdades que esconden los secretos. Nos comportamos como aquellos ciegos y describimos, las características de una parte del elefante, sin haber conocido jamás, al elefante.
Resulta difícil dejar de ser ciego para describir la vista.  A veces, en los actos de nuestra vida diaria, actuamos como ciegos, como aquella novela de José Saramago; nuestra ceguera nos hace llegar a nuestros instintos mas miserables, sin tener idea de lo que es la luz; como los hombres de la Caverna de Platón, vemos tan sólo sombras sin salir de la cueva, sin conocer lo que está fuera de la caverna; ese es el problema de mucho de nosotros, somos criticones y emitimos juicios de valor a diestra y siniestra, sin hacerlo en base a una metodología, a un sustento teórico, criticar por criticar, juzgar por juzgar; como si en el mundo, existieran personajes “buenos” y “malos”; gente “nefasta” y “mártir”, individuos “introvertidos” y “extrovertidos”; la verdad de todo esto, es que no debemos ser presas de nuestra ceguera intelectual y si en cambio, debemos abrir un poco más a nuestro espíritu y conciencia.
No es la intención entrar a una disertación filosófica con matices teológicos o religiosos; no es el momento, que ya lo habrá en ocasiones posteriores; hoy sólo quiero tratar el problema del conflicto entre dos personas. ¿Por qué un semejante es capaz de agredir a otro semejante?; Será porque uno es “bueno” y el otro “malo”; porque el “bueno” es un inocente mártir que siempre pierde y el “malo” en cambio, es un perverso hipócrita que siempre gana. Quitemos por favor la careta con la que siempre actuamos y seamos capaces de desarrollar algo que se llama “inteligencia interpersonal”, adentrémonos a la profundidad de nuestro ser y hagamos algo muy difícil para los ciegos de mente y corazón; hagamos “empatía”, pongámonos en el lugar de otro.
Los seres humanos debemos vivir con ética, “vivir bien la vida humana”, bastante hemos hecho los seres humanos para sobrevivir a las amenazas de la naturaleza, para ahora, tratar de hacerlo, con nuestros propios semejantes, los seres humanos. Es claro que hay muchos “pillos” y “canallas” sueltos en este mundo, los podemos observar hasta en cada esquina, gente sin escrúpulos, mala, nefasta, perversa; pero entonces, no deberíamos ser capaces de mirarnos en el espejo y darnos cuenta, si esa gente “pilla”, “canalla”, “nefasta”, no somos también nosotros.
¿Que habremos hecho para que una persona nos ofende?; ¿o porque esa persona ofende?. Quien es el dueño de la verdad y la pureza absoluta, para calificar a un semejante con los peores calificativos digno de ofender o de recibir de esta ofensas; ¡claro¡ que nos rigen normas de conducta, algunas de ellas convertidos en mandatos jurídicos, pero no estamos hablando de una cuestión jurídica, sino ética; cuando una persona nos ofende, la misma puede ser castigada, a veces injustamente por el aparato estatal; pero cuando el ser humano ofendido, recuerda la ofensa, la vuelve a vivir una y otra vez mas, no en forma instantánea, sino continua y a veces permanente; la ofensa no cesara, hasta que el ofendido, decida perdonar la falta y entonces, se liberara del sufrimiento de haber sido ofendido.
Un reo judío, recuerda sus años en los campos de concentración de nazi y jamás olvida, los hechos atroces cometidos por sus malhechores nazis; pero es liberado y logra vivir cincuenta años más. Y resulta que cada vez que recuerda a esos tipos despreciables que lo torturaban y amenazaban con mandarlo a la cámara de gas, el judío liberado, vuelve a sentirse “reo” y su mente, vuelve a vivenciar los instantes de ansiedad, miedo, pánico, coraje, llanto, miedo, que le recuerda el tiempo en que fue preso de sus opresores; cuando en la “realidad”, ese hecho ya habrá pasado y sus opresores, a lo mejor ya murieron o fueron juzgados por los tribunales de Nuremberg, o quizás, no eran tan malos como parecía, hacían su trabajo, tenían que mantener a sus familias. Esos malditos nazis, después de todo, eran tan humanos, como aquel judío que los recuerda aun sin perdonarlos.

Claro que el perdón no es una actitud fácil. Pero quien no perdona, llena su alma de record, resentimiento, coraje, frustración; la vida es un instante en el que permanecemos mas tiempo muertos que vivos, para desperdiciar nuestro bello tiempo, en recuerdos no gratos, que ensucian nuestros sentimientos.
Hacer empatía, es ponernos en el lugar de otro. Verme en el lugar de otro; dejar de ser egoísta y dejar de sentirse en el centro del universo, para tener una visión más genérica y verse desde fuera; ¡claro que no es fácil¡. Si resulta difícil entenderlo, mas difícil será también, llevarlo  a cabo.
Preguntémonos entonces, quitándonos la venda que produce nuestra ceguera, con toda la humildad de nuestro ser, ¿Que respeto debemos tener hacia el semejante?, ¿Cual es la magnitud de nuestro enojo, de nuestro daño, de nuestro resentimiento?; permanecer enojado con otro ser humano, con un grupo social, con una empresa, inclusive con una nación; es tener la desgracia, de perder la amistad y todas aquellas cosas buenas que nos puede ofrecer las personas, los grupos sociales, las empresas e inclusive las naciones.
A lo mejor, uno de los secretos que nos conduzca a la “verdad”, sea esa; la capacidad del perdón y obviamente, de la empatía, ponernos en el lugar “del otro”. Saber que uno de los secretos, no solamente se limita, amar unos a los otros, sino también, ayudarnos los unos a los otros, por el simple hecho de ser humanos; vivir en un ambiente de solidaridad y no de competencia; de paz y no de guerra; saber por siempre, que la vida es más fácil, si entre todos nos ayudáramos y por consiguiente, será muy difícil, si entre nosotros, nos la complicamos.
Hacernos de un enemigo, es la perdida lamentable de negarse a un amigo …
Al menos que seamos los tipos “malos”, “nefastos”, “perversos”, “hipócritas”, que tanto odiamos …(y ofendemos).








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